El Brillo

Oiga Caminante, y Ud., ¿Por qué no cree en creencias?
 
Le preguntaron en la plaza mientras se boleaba los zapatos.
 
-El Caminante le tomó la medida al interfecto con una mirada y una sentida
y le dijo mientras le clavó los ojos:
 
Si el maestro que de los zapatos quitó el zoquete, y al cuero untó grasa,
y pulió el brillo con el cepillo, hubiera tenido aversión al lodo, apego a la grasa, e indiferencia al brillo, mis zapatos no tendrían hoy, como ves, el brillo.
 

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La mente es la loca del barrio, se apega a lo que le sobe su delicia, le huye a lo que le tome la medida y le vale una tiznada lo que no ofrezca
ni comida, ni sobada, ni bebida...
 
¡Apego, aversión e indiferencia, los tres pilares de la vil demencia!
 
¿Querrás confiarle a esta loca tu vida? Como amante, esta loca; demanda las joyas de tus creencias, atesora las creencias, se apega a las que le soben sus delicias, rechaza las que le tomen la medida,
y le valen una... tiznada, aquellas que considere irrelevantes.
 
Por eso no creo en creencias, porque me gusta mantener el seso en brillo...
 
-Así contestó El Caminante acariciándose la cabeza.

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