Día del Niño

La sobrevivencia de la humanidad depende de la capacidad que tengamos los adultos de aportar un contenido genético virtuoso. La tendencia evolutiva necesariamente tiende hacia formas más complejas y estéticas de existencia en equilibrio, capaces de establecer relaciones armónicas de adaptación con nuestro entorno. Esta es una gran área de oportunidad. Estamos aquí perplejos y atónitos ante las serias amenazas hacia las que nuestra incomprensión de la naturaleza nos ha conducido. Así les estamos legando a las próximas generaciones entuertos que habrán de superar.

Es importante que el niño integre en sus primeros siete años de vida la comprensión de que es un organismo fundido en unidad con la naturaleza, de modo que entienda las leyes naturales que habrá de respetar para sobrevivir con calidad de vida y longevidad. El niño se encuentra atrapado en aislamiento entre cuatro paredes en una selva de concreto, atado a ‘leyes de mercado’ no aptas para su sobrevivencia. Esto lo necesita descubrir el niño cuanto antes, ayudemos a que lo haga, hasta que comprenda que envejecer no implica enfermar.
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El niño necesita aprender la magia vital de su capacidad de preservación y auto sanación intrínseca a su ser humano. Necesita darse cuenta del impacto de la comida chatarra en su parentela adulta y los grandes beneficios que han descubierto aquellos seres rebeldes que han regresado a la naturaleza y han encontrado los obsequios que los productos naturales brindan para realizar un desempeño óptimo en su trinidad espíritu, mente y cuerpo que los puede conducir a una longevidad sana. Y así realizar, consolidar y compartir con sus congéneres la bondad de ser un hijo del universo. Llenos de energía, en una danza de frecuencias afines a nuestra herencia divina, que se comparten y vibran en lozanía y gozo.
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Donnato de la O. El Caminante

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